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La obra De cómo moría y resucitaba Lázaro el Lazarillo, bajo la dramaturgia de Arístides Vargas, ofrece una reinterpretación audaz y profundamente emotiva de la clásica novela picaresca El Lazarillo de Tormes. Vargas, con su habilidad magistral para abordar la realidad latinoamericana contemporánea, toma al personaje anónimo del Siglo de Oro y lo reubica en un contexto cargado de nuevas miserias y desigualdades, resonando con el presente de nuestra región.Guillermo Troncoso, en un unipersonal conmovedor, encarna a este nuevo Lazarillo, que no es de Tormes, sino de Matamandingas, un lugar tan imaginario como universal, donde la lucha por la subsistencia es una constante. Troncoso demuestra una sensibilidad y versatilidad excepcionales, logrando transitar entre la tragedia y el humor con una naturalidad que engancha al espectador de principio a fin. Su interpretación equilibra las risas provocadas por la ironía de la situación con la crudeza de la pobreza y la lucha diaria por sobrevivir, dejando una profunda reflexión sobre la condición humana.La puesta en escena, minimalista pero efectiva, permite que la palabra y la interpretación brillen con todo su poder. Cada gesto, cada pausa de Troncoso está cargada de significado, llevando al público a través de una montaña rusa emocional que pasa del humor mordaz a una angustiante verdad sobre las desigualdades sociales. El resultado es una pieza que, aunque arraigada en una historia clásica, se siente urgente y contemporánea, convirtiéndose en una metáfora vibrante de la lucha de los "lazarillos" modernos en Latinoamérica.De cómo moría y resucitaba Lázaro el Lazarillo no solo es una obra que entretiene, sino que interpela profundamente a su audiencia, cuestionando nuestra pasividad frente a las injusticias y recordándonos que, al igual que el protagonista, todos estamos, de una forma u otra, luchando por mantenernos a flote en un sistema desigual. Una obra maestra de Vargas que, en manos de Troncoso, brilla con luz propia.